domingo, 24 de septiembre de 2017


Hace unos días estuve en Bilabo y aproveché para ver esta exposición en el Bellas Artes. Borja Hermoso resumía muy bien el sentido y contenido de esta exposición en un artículo que publicaba en El País el pasado 27 de julio. Una gran exposición.
Alicia Koplowitz: el feminismo es todo un arte
La empresaria exhibe por vez primera en España su fabulosa colección privada, expuesta en el Bellas Artes de Bilbao
Bilbao 27 JUL 2017
El desembarco de la colección privada de Alicia Koplowitz en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, gracias a la habilidad de su director, Miguel Zugaza, sirve para disfrutar de un paseo asombroso por la historia del arte en 90 piezas (desde la cabeza de una reina griega del siglo III antes de Cristo hasta una enorme tela de Anselm Kiefer de 2014). Pero también sirve como base de reflexión sobre dos asuntos bien interesantes. Uno es la relación entre el arte y el dinero. El otro, los inusitados formatos en que puede llegar a manifestarse el puñetazo feminista.
Para engarzar esas dos conversaciones sirve de perfecta bisagra esta empresaria y filántropa nacida en Madrid en 1952. Sí: la excopropietaria del gigante del ladrillo FCC (Fomento de Construcciones y Contratas) y actual líder de Omega Capital, el exitoso fondo de inversión que fundó en 1998 tras dejar a su hermana Esther y abandonar FCC, reúne una triple condición. Multimillonaria (2.328 millones de euros de patrimonio neto según la Lista Forbes 2017), amante y compradora de arte (dueña de una de las colecciones privadas más importantes del mundo). Y, a nada que uno contemple con un poco de atención esta exposición de Bilbao, feminista en activo.
Alicia Koplowitz ha traído a Bilbao 90 obras, casi el doble de las que llevó al museo Jacquemart- André de París en lo que supuso —hasta hace apenas tres semanas— la primera exhibición pública de su colección. Y una parte importante, por no decir la inmensa mayoría, de este conjunto tiene al universo femenino como principio y fin del discurso expositivo. No se trata aquí de una mera acumulación de pinturas y esculturas con la mujer como tema. Se trata de que, en la selección de obras que podrá verse en Bilbao desde el 28 de julio hasta el 23 de octubre, comisariada por Almudena Ros, lo femenino es lo poderoso y, más allá de eso, lo dominante, y no solo en número.
Igual dan las majas y las celestinas de Goya que las vírgenes vestidas de gitanas de Luis de Morales. Las afroditas de la época helenística que las dafnes de Julio González. Las pelirrojas de Modigliani que las féminas poéticas y terribles de Schiele. La manaza enorme y poderosa de Cabeza y mano de mujer, un picasso de echarse a temblar. La dignidad vertical de las mujeres desnudas de Giacometti. Y la impronta aristocrática de esas duquesas y esas condesas deliciosamente anacrónicas (como la de Haro, un goya que Koplowitz hizo volver del exilio). O la Mari de Antonio López, un óleo sobre tabla de 1961. O la atormentada lectora de Toulouse-Lautrec, o las bañistas de Gauguin (Mujeres a la orilla del río, adquirida en subasta por 10 millones de euros). O, definitivamente, ese Hércules enhebrando una aguja a los pies de Ónfala (otra vez Goya). Incluso el Hombre clásico, de Willem de Kooning, o el triple autorretrato de Francis Bacon aparecen como deconstruidos y desmejorados en la sala donde se exponen...
A tenor de lo seleccionado por su propietaria para el Bellas Artes de Bilbao, la mujer es la que manda. Consecuencia lógica, por otra parte, de la propia realidad empresarial protagonizada por la interesada, que preside fundaciones, compra arte desde hace 30 años y se sentó y se sienta en sucesivos consejos de administración, desmintiendo así la triste realidad del flagrante ninguneo femenino en la cúpula de las empresas españolas a manos de tanto triunfante macho alfa con corbata.
 “Esta exposición es el resultado de emociones, pasiones y recuerdos inolvidables que han formado parte y siguen formando parte de mi vida”, sostiene en un texto del catálogo Alicia Koplowitz, que no quiso comparecer ante los medios de comunicación para defender a sus mujeres y a sus diosas, pero que sí estará el jueves en la inauguración de la exposición.

El otro tema de reflexión a que da pie la exposición es la relación entre el dinero y el arte, relación en la que han tomado parte por igual papas, reyes, nobles y mecenas de toda ley. La cuestión podría resumirse así: una multimillonaria (Koplowitz) y una corporación (Omega Capital) deciden gastarse gran parte de su dinero en comprar arte y ahora deciden enseñarlo. Otra corporación a la que tampoco le va tan mal a fin de mes, como es Petronor, decide hacer posible que la hasta hace poco invisible colección Koplowitz se instale en Bilbao, patrocinando la muestra (con un presupuesto de en torno a 400.000 euros). A todo ello se suma la astucia y la rapidez innatas de Miguel Zugaza. Tras dejar en diciembre la dirección del Prado, Zugaza volvió a coger las riendas del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que ya había dirigido entre 1996 y 2001. En las reuniones del Patronato del Prado solía coincidir con Koplowitz. Cuando supo que su colección iba a ser expuesta en París, le escribió un mensaje: “Qué envidia, Alicia”. Ahora el tesoro de la empresaria aterriza en Bilbao. Para tres meses y en versión megamix

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