miércoles, 28 de agosto de 2013

novela

Leo “SOSPECHA” novela de JOSÉ ÁNGEL MAÑAS que se desarrolla en la población de Sagrario, ficticio pueblo de Madrid, y en otros municipios de la misma provincia: Navalcarnero, Tres Cantos y Arroyo Molinos. La historia arranca en el Centro de Inserción Social Victoria Kent, donde un recluso esquizoide, Daniel Campuzano, alcanza la libertad condicional. En la calle, Campuzano observará una conducta que no termina de ser todo lo “regular” que debiera. Inmaculada, dependienta de una farmacia de Sagrario, será violada y asesinada. Los inspectores Pacheco y Duarte, que seguían la pista del psicópata excarcelado, habían recibido el chivatazo de que podía estar amenazándola, y la habían visitado una semana antes del asesinato. Lo que parecía un caso claro se complica cuando aparecen indicios de que el propio Duarte, encargado del caso, podría ser el principal sospechoso y termina siendo incriminado como sospechoso del asesinato. Un policía se convierte en el principal sospechoso del horrible crimen que investiga.
De Duarte, el sospechoso, y su compañero Pacheco que centran la trama, se hace un retrato familiar que apela a situaciones personales: uno arrastra una tormentosa historia homosexual y a su cargo corre un hermano con problemas mentales; el otro lleva una mentirosa vida familiar, que justifica como resultado de unos impulsos sexuales incontrolables. Los dos policías viven en un mundo de problemas personales importantes que, de alguna manera, condicionan su forma de actuar en el plano profesional. Duarte y Pacheco beben, sobre todo el primero, que, además, es un asiduo de los puticlubs y que le insinúan como posible sospechoso de algunas corruptelas.
La novela contiene los recursos propios del género: prostitución, drogas, economía sumergida, tráfico de coches, corrupción, jueces, abogados y policías, diferencias entre maderos y picoletos, gente de la calle. Los dos son violentos, temperamentales, “echaos palante”, sin arredrarse. Importa más el objetivo que los métodos. En cierto modo, aún siendo policías actúan como jueces y tratan a sus detenidos con deferencia nula, con dureza, con poca compasión. En “Sospecha”, la posible solución final queda abierta a la interpretación de cada lector. Las cosas son como son, han sucedido y los hechos se quedan como se quedan y se olvidan. Los protagonistas deben sobrevivir.

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