lunes, 13 de abril de 2009

CAMBIO EN EL SALVADOR

El Salvador es un país que ocupó muchas páginas de la prensa internacional desde que en 1980 el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en el que se habían integrado cinco organizaciones políticas y definido como marxista-leninista, lanzó una ofensiva guerrillera, que denominó “guerra popular prolongada”, para derrocar al gobierno e instaurar un régimen revolucionario, teniendo a Cuba como referencia inmediata. El gobierno salvadoreño entonces, estaba conformado por una alianza de militares y civiles en torno a una Junta Revolucionaria de Gobierno que duró de 1979 a 1982.
El Salvador fue noticia cuando los escuadrones de la muerte asesinaron en marzo de 1980 al arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero al terminar de oficiar una misa en la capilla del hospital de la Divina Providencia. Tenía 62 años. Volvió a ser noticia, cuando en noviembre de 1989 miembros del ejército asesinaron en la Universidad Centroamérica (UCA) en San Salvador a seis jesuitas, entre ellos al vicerrector Ignacio Ellacuría, y a dos mujeres colaboradoras de la Universidad.
El fracaso de la última ofensiva guerrillera de noviembre de 1989, que llegó hasta algunos barrios de San Salvador pero no obtuvo la respuesta de insurrección popular esperada y la caída del muro de Berlín ese mismo año de 1989, precipitaron los Acuerdos de Paz de Chapultepec en México entre la guerrilla del FMLN y el gobierno de Alfredo Cristiani de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que se firmaron en enero de 1992 y que trajeron reformas políticas, judiciales, sociales y militares. De aquellos doce años de guerra civil quedaron 75.000 muertos y desaparecidos.
En un viaje a El Salvador, poco después de la firma de aquellos Acuerdos, tuve la oportunidad de asistir como testigo, en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, a un acto en el que por vez primera algunos dirigentes del FMLN, hasta hacía poco tiempo guerrilleros en activo, asistían como invitados a un acto oficial del Gobierno salvadoreño.
También en aquel viaje conocí a militares españoles que formaban parte del contingente de la ONUSAL garantes del proceso de desmovilización de la guerrilla. Vi algunos contenedores donde se guardaba el armamento que había entregado la guerrilla y visité un campamento de jóvenes del FMLN que esperaban acuartelados a que se les desmovilizara y se les orientara hacia dónde debían encaminar su futuro inmediato.
Como partido político el FMLN perdió las elecciones de 1994, 1996 y 2006. Del Frente se han excindido los más cercanos al pensamiento socialdemócrata y muchos dirigentes históricos del FMLN, entre ellos algunos de los más brillantes, como es el caso de Joaquín Villalobos, lo han abandonado. Cuando el FMLN se convirtió en partido político, sus estatutos le declaraba como un partido de tendencias y de hecho se formaron cuatro que defendían posiciones ideológicas distintas. Para evitar que se convirtiera en un partido socialdemócrata, las tendencias dejaron de existir en el año 2000, quedando dominado por la corriente más cercana al socialismo dogmático que había dado origen al Frente.
En las elecciones legislativas de enero de 2009, obtuvo 35 de los 83 escaños de la Asamblea Legislativa y en las elecciones presidenciales del pasado 15 de marzo, el candidato de la izquierda, miembro del FMLN, el periodista Mauricio Funes, obtuvo el 51,2% de los votos, frente al 48,7% que obtuvo el candidato de la derecha, miembro de ARENA, Rodrigo Ávila, antiguo jefe de la Policía Nacional Civil.
Mauricio Funes se declara de centroizquierda, teniendo como referentes a Lula y a Bachelet. Su primer discurso de ganador de las elecciones presidenciales ha sido inteligente y realista defendiendo una política exterior independiente, la integración centroamericana y el fortalecimiento de las relaciones con Estados Unidos. Ha intentado aparecer como partidario de una socialdemocracia respetuosa con el libre mercado en contraposición al estatismo de Hugo Chávez, con la intención de evitar suspicacias en la comunidad internacional y defender la estabilidad política que examinarán con detalle los organismos e inversores internacionales.
El Salvador vive momentos complicados. La previsión de crecimiento de su PIB en 2009 se sitúa entre el 1% y el 1,3%, bastante diferente al 4,7% de crecimiento en 2007 y al 3,2% del año 2008.
Preocupa la disminución de las remesas de residentes salvadoreños en el extranjero (el 90% de ellos son residentes en Estados Unidos) que representa el 16% del PIB del país.
Las exportaciones también descenderán, aunque su efecto negativo se podrá compensar con el menor precio del petróleo, mientras que la débil situación fiscal del país dificultará la inversión y el desarrollo de proyectos sociales.
Mauricio Funes, que asumirá la presidencia de la República el próximo 1º de junio, consciente de gobernar un país dividido electoralmente, además de enfrentarse a la crisis económica, deberá mantener la seguridad democrática, imponerse al sector más duro y radical de su propia organización, el FMLN, incluida la convivencia política con su Vicepresidente Salvador Sánchez Ceren, conocido como Comandante Lionel en los tiempos de la guerra civil, atraerse o reconstituir una izquierda moderada hoy muy atomizada y, simultáneamente, buscar acuerdos parlamentarios en una Asamblea Legislativa donde no tiene mayoría, aunque con sus 35 escaños supere los 32 de ARENA.
Queda esperar si el gobierno de Funes en El Salvador, en el nuevo mapa político de América Latina (excepción hecha de Cuba), se unirá a la radicalidad estatista de Ortega en Nicaragua, de Correa en Ecuador, de Hugo Chavez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia o si se sentirá más vinculado a lo que representan y defienden, entre otros, los gobiernos progresistas o de izquierda reformista de Bachelet en Chile, de Lula en Brasil, de Tabaré Vázquez en Uruguay o de Álvaro Colóm en Guatemala.

(artículo publicado en El Diario Montañés el 02.04.09)

2 comentarios:

Sotogrande dijo...

Dímelo a mi, que desde que tengo uso de razón he cambiado muchas veces de opinión, también de opinión política, pero una que siempre me ha acompañado ha sido mi anticomunismo sin fisuras, sin ninguna clase de duda he estado siempre contra los totalitarismos, y el comunismo lo es y de los peores.
Recuerdos desde Palma, Escéptico, eres un gran hombre.

(por cierto, felicita de mi parte a tu amigo Pepe Blanco y dile de mi parte que nunca me ha gustado y que nunca me fiaré de un político profesional mientras exista la actual ley electoral)
Bona nit.

escéptico dijo...

Sotogrande: disfruta en Palma. Mis relaciones personales con José Blanco son más bien escasas, no le podré hacer llegar tu mensaje.
Comparto oposición a los totalitarismos y dictaduras.