viernes, 27 de febrero de 2009




LA PÓLVORA Y EL INCIENSO


Leo el libro “LA PÓLVORA Y EL INCIENSO” de HILARI RAGUER, sobre la Iglesia y la Guerra Civil española.
Es un libro de investigación a partir de numerosos archivos y documentos. Un libro fundamental sobre el tema, con aportación de numerosos datos y testimonios que permite conocer cómo un golpe militar sin finalidades religiosas iniciales se convirtió en una guerra civil con un fuerte componente religioso, de Cruzada, de persecución.
Muy útil el apéndice documental que incluye el libro y muy amplia la bibliografía que aporta.
La Iglesia vivió la llegada de la República como una desgracia y se sitió satisfecha del golpe militar. Con la República se les caía la idea del antiguo régimen que unía el trono y el altar. La legislación de la República relativa al matrimonio civil, la separación del Estado y la Iglesia o la secularización de los cementerios, la Iglesia lo interpretó como una persecución religiosa. Obispos integristas destacados en abril de 1931 eran Pedro Segura e Isidro Gomá.
La Iglesia no encendió la hoguera de la Guerra Civil, que fue obra de militares, pero en vez de tratar de apagar el fuego, lo atizó con fuerza tratando de introducir el elemento religioso como uno de los justificantes y encontrando en ese intento la complicidad activa de la Jerarquía. La Iglesia católica colaboró en la tarea justiciera que se habían impuesto los militares rebeldes.
Muy interesante toda la documentación que el libro aporta sobre la "Carta colectiva de los Obispos". Para llegar a esa Carta fue importante la Carta pastoral del Obispo de Salamanca Enrique Pla y Deniel "Las dos ciudades" publicada el 30 de septiembre de 1936 donde decía: "En el suelo de España luchan hoy dos ciudades, la ciudad de los sin Dios". En realidad es "una cruzada por la religión, por la patria y por la civilización". Todavía en 1960 diría en la Universidad Pontificia de Salamanca: "Fue una Cruzada por Dios y por España".
El proyecto de Carta que se escribió y publicó finalmente el 1 de julio de 1937 fue a ruego de Franco, destinada a la opinión católica internacional sobre el sentido de la guerra en España y para contrarrestar cierta propaganda adversa de grupos católicos, fundamentalmente franceses. En la Carta colectiva los Obispos se pronunciaron sobre las causas de la guerra, justificaron el alzamiento militar y denunciaron los desmanes de la "revolución comunista". No firmaron la Carta el Cardenal Vidal i Barraquer y el Obispo de Vitoria Mateo Múgica.
Ante la petición de Franco desaparecieron las dudas del cardenal Gomá que se mostró propicio a la iniciativa de Franco, como antes se mostró reacio a la sugerencia del Papa de que se escribiera sobre la colaboración de los vascos con los comunistas. Gomá juzgó que no era procedente este proyecto con el que el Papa quería eludir la petición de Franco de que condenara a los nacionalistas católicos vascos.
El texto estudia el tema de la persecución religiosa, persecución que ocurre fundamentalmente en los primeros meses de la Guerra Civil, cuando se hizo más intenso el anticlericalismo violento, concluyendo que el estudio más serio sobre eclesiásticos muertos en la guerra es la tesis doctoral de Antonio Montero (Obispo de Badajoz) que da las cifras siguientes: 12 obispos, 4.184 sacerdotes seculares, 2.635 religiosos y 283 religiosas, a los que habría que añadir el número de seglares que murieron por los mismos motivos. El tema de la persecución religiosa es uno de los más documentados e interesantes.
Quienes más se distinguieron en la persecución religiosa fueron los anarquistas de la FAI, aunque también participaron socialistas y comunistas, sin que el gobierno actuara siempre con la contundencia necesaria ante determinados hechos que resultaron letales para el régimen republicano.
Se documentan los intentos de los diferentes Comités que se constituyeron fuera de España para tratar de alcanzar una paz negociada o las actitudes de dos grandes jerarcas de la Iglesia española ante la Guerra Civil: el Cardenal Primado de Toledo Isidro Gomá y el Cardenal Primado de Tarragona Francesc d´Assís Vidal i Barraquer, por ejemplo la correspondencia de este último al Cardenal Pacelli o a Negrín a finales de 1937, a principios de 1938 y en la última fase de la guerra. Interesante la historia del Obispo de Vitoria, Mateo Múgica.
Muy interesante también todo el estudio y documentación relacionada con las relaciones del Vaticano, de la Secretaría de Estado y del Papa con el Gobierno de Franco, con el Gobierno de la República, fundamentalmente a partir de la Presidencia de Negrín, con la Embajada del Gobierno de Burgos ante el Vaticano etc.
En el objetivo de normalizar las exigencias de la guerra y el orden público se incluyó también el objetivo de normalizar la libertad de conciencia y la de cultos, responsabilidad esta última que gestionaría el nacionalista vasco Manuel de Irujo, Ministro del Gobierno de la República. La propuesta de Irujo en enero de 1937 fue rechazada en el Consejo de Ministros por entender que la opinión pública no estaba preparada para su adopción. Ese intentó coincidía, por conveniencia política, con Negrín, que se había propuesto intentar superar el caos revolucionario en el frente y en la retaguardia.
Es interesante conocer, por ejemplo, la historia y actuaciones del Comisariado de Cultos de la República creado tardíamente en diciembre de 1938.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fascismo (incluye el nazismo) contra Comunismo (incluye el socialismo soviético) los dos grandes totalitarismos del siglo XX.
La guerra civil fué un campo de batalla de las ideas que se generaron a principios de siglo. El malentendidos esencial de dichas doctrinas fué parecido en cada caso. Creer que el grupo de hombres puede pasar por encima de un hombre por una supuesta ley.
Abomino de ambas doctrinas porque ambas son poco humanistas.
Unos se dejaron seducir por una idea místico-religiosa, mágia mal comprendida, y otros se creyeron que la razón de un hombre podía salvar al mundo cuando la verdad es que sólo el corazón puede. No se puede obligar a nadie a ser bueno por mucho que lo deseemos.

Otro libro sobre la guerra civil? Otro peñazo más.

Prefiero los poemas de tus mujeres estupendas o una foto de la Bellucci que documentarme sin límite sin sacar una sola idea coherente.

Claro que esto es mi opinión. A lo mejor otros sí que sacan algo coherente de éste documento yo mientras tanto me voy a releer la Declaración de Independéncia de los Estado Unidos de América. Pronto será muy necesaria en todo el mundo.

Siento el rollo tan largo, tengo insomnio.

Anónimo dijo...

Es un libro muy interesante, Sotogrande