martes, 13 de enero de 2009



Leo con mucho interés "LAS ARMAS DE AYER" del chileno nacido en 1947 MAX MARAMBIO y su lectura me empuja a escribir estas líneas.
Hay hechos que marcan una época de la vida y no se olvidan. Viví con intensidad la experiencia chilena del gobierno de Unidad Popular presidido por Salvador Allende, la experiencia de una revolución institucional en el marco de la democracia formal que le valió a Allende ser tachado de ingenuo, sus esfuerzos por avanzar hacia el socialismo desde el respeto a la democracia, su rechazo a la lucha armada que pretendían algunos sectores del bloque de Unidad Popular y la respuesta frontal y desafiante de la derecha chilena acudiendo al sabotaje y a la huelga patronal para desabastecer de los bienes básicos a la población.
Seguí con interés las presiones de la izquierda radical para que Allende rompiera el marco constitucional y avanzar directamente hacia el socialismo sin respetar los equilibrios y los consensos y socavando la autoridad del gobierno, una izquierda revolucionaria que no fue capaz de proponer soluciones radicales verosímiles. Y recuerdo la larga mano de Estados Unidos que, a través de la CIA, organizó y financió la desestabilización y el Golpe militar de Pinochet.
Con el mismo interés que leo hoy el libro de Marambio, leí en su momento "El último día de Salvador Allende" de Oscar Soto, médico de Allende a quien acompañó aquel 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de la Moneda. Hoy me sigue impresionando la lectura del último discurso de Allende emitido a través de Radio Postales y Radio Corporación: “…mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor…”. Allende murió defendiendo la institucionalidad chilena y por eso no aceptó marchar al exilio y optó por la muerte en el Palacio de la Moneda, que jamás pensó que se atreverían a bombardearlo.
Seguramente para algunos, el tránsito de Marambio de joven revolucionario a empresario de éxito, un éxito en parte ligado a sus relaciones privilegiadas con Fidel Castro y el régimen cubano, le inhabilita para escribir un libro como "Las armas de ayer".
Lo cierto es que Max Marambio no renuncia a su pasado, que lo justifica y mantiene. No reniega de haber formado parte como protagonista de un proceso que defendió y al que asistió como testigo a su fracaso. Y por ello, es capaz de escribir un libro inteligente, interesante y que contribuye a conocer mejor algunos detalles de la última historia de Chile, sin renunciar a su evolución del joven revolucionario que fue ayer al empresario de éxito que es hoy.
Marambio, siendo muy joven (1966) se formó como revolucionario en Cuba, alineándose con aquella generación de jóvenes latinoamericanos que a finales de los años sesenta, inspirados por El Che, querían extender la guerrilla y la lucha armada a todo el continente, quizá exceptuando Chile precisamente. Trabajó de forma activa en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y con 23 años aceptó la responsabilidad de dirigir el "Grupo de amigos del Presidente" (GAP), la guardia personal del Presidente Allende.
En septiembre de 1971 abandonó el GAP, unos meses más tarde se separó del MIR por discrepancias estratégicas y el 11 de septiembre de 1973 se asiló en la embajada de Cuba. Como consecuencia del Golpe Militar todo el personal de la legación cubana abandonó Chile, quedando sus intereses bajo protección de la embajada sueca. Marambio permaneció diez meses en aquella embajada cubana, hasta entregar al MIR el armamento que allí se guardaba y que los cubanos no pudieron llevarse. Solo entonces, cuando consiguió el salvoconducto, salió para Suecia como exiliado político.
A finales de 1974 llegó a Cuba de nuevo y al poco tiempo ingresó en las Tropas Especiales, el cuerpo militar de élite, donde alcanzó el grado de Teniente Coronel.
Como aliado fiel del gobierno cubano colaboró en diferentes países en misiones encubiertas de “ayuda y solidaridad internacionalista a las luchas de liberación”. Por misiones vinculadas a ese tipo de objetivos fueron condenados el general Patricio de la Guardia a 30 años de cárcel y a pena de muerte el coronel Tony de la Guardia y el General de División Arnaldo Ochoa. Parece evidente que ese tipo de misiones no era posible desarrollarlas sin el conocimiento y apoyo de las autoridades cubanas.
Marambio supo aprovechar la autorización del gobierno cubano para crear empresas de propiedad mixta: 50% de propiedad privada y 50% del Estado cubano. Instalado en Chile, mantiene como empresario las mejores relaciones con el núcleo duro del régimen cubano y conserva importantes líneas de negocios en la Isla. Como alguien ha escrito con gracia: ”es el chileno que obtuvo la plata en el corazón del socialismo latinoamericano”.
“¿Cuáles son las armas de hoy?”, le preguntaron a Marambio el día de la presentación del libro “Las armas de ayer” que me ha motivado a escribir estas líneas: “todas las que excluyen la violencia, porque es en la batalla de las ideas donde se esgrimen las armas de hoy”, contestó el autor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno! Un ex-revolucionario socialista sudamericano citando a Hayeck!!
Ignoro si tiene algo que ver con el post anterior,y mi comentario, pero si es que sí, te doy las gracias con admiración.

Anónimo dijo...

Todo tiene relación, amigo Sotogrande. Se agradecen tus comentarios.